jueves, 25 de diciembre de 2008

"Feliz Navidad"

¿De dónde salen los adornos del árbol?
Por la noche, cuando todos dormían, las arañas fueron bajando de la buhardilla,... quedito, quedito. Fueron subiendo de los sótanos y con sumo cuidadito se deslizaron por debajo de la puerta hasta que se encontraron todas en el gran salón.
Estaban todas: las mamás-arañas y los papás-arañas, las abuelas-arañas y los abuelos-arañas, hasta las arañas-bebés. Corrieron por el suelo con sus ocho patitas, llegaron al pie del árbol.
Y entonces… treparon, de rama en rama, hasta lo más alto.
¡Trepaban y lo miraban todito con la boca abierta de sorpresa! ¡Encontraban el árbol tan bonito! Arriba, abajo, de la punta de las ramas al tronco, de las bolas a los juguetes, quedito, quedito trepaban... y tejían.
Estuvieron allí hasta que lo hubieron visto todo, todito; y entonces se volvieron al sótano y la buhardilla, tan contentas de su visita...
Como la Nochebuena estaba avanzada y todos en el Belén andaban dormidos, el niño Jesús que tenía ganas de jugar se bajó para ver el árbol, había oído a los niños de la casa sobre todas las cosas bonitas que lo adornaban. Pero cuando llegó allí, ¿a qué no adivináis lo que halló?... ¡Telarañas!
Por todas partes, allá donde miraba las arañas habían pasado y tejido sus largos hilos de seda.
¡Y es que las arañas eran muy curiosas y habían trepado por todas partes....!
¡Era muy raro, un poco sucio quizá, ver aquella maraña de Nochebuena los hilos grises por todo el árbol!
El niño Jesús mirando con los ojos grandotes, pensó un momento. Luego tocó el árbol con su manita y fue entonces cuando todas las telarañas empezaron a resplandecer como si fueran de plata.
¡Brillaban y rebrillaban entre las ramas, aquellos largos hilos plateados cubrían todo todito el árbol!
Y es por ello que desde entonces… siempre se colocan hilos plateados en el árbol de Navidad.
Cuento anónimo, adaptación para contar de Mª José

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