miércoles, 5 de diciembre de 2007

"El Otro Yo"

"Este cuento es una adaptación del cuento, del mismo nombre,
de Mario Benedetti"

Se llamaba Pedro y era el chico más duro de la panda, se calzaba sus botas a lo Clean Eastwood y su chupa vaquera y salía a encontrarse con el resto de los colegas en el bar de costumbre. Sus amigos, sabían que podían contar con él, siempre tendría una palabra adecuada para cada problema que le plantearan. Y en cuanto a las chicas, bueno, nadie sabía manejarlas mejor que él, ellas sucumbían ante su ensayada sonrisa y nunca se había quedado colgado de una, hecho por el cual sus amigos le admiraban. Definitivamente era el chico más duro de su panda.
Pero Pedro tenía un problema, él tenía “otro yo”, y su “otro yo” era romántico, se enamoraba de las piernas de la buena de la Marilín y de la alegre sonrisa de la Julia Roberts, componía canciones y en ocasiones escribía poemas de amor. Esto a Pedro le sacaba de sus casillas, así que cuando Ana le miraba y sin darse cuenta su “otro yo” la sonreía con ternura, y le contaba lo maravilloso que sería escaparse a la sierra el fin de semana juntos, y llevarse la guitarra , y contemplar las estrellas, y... Entonces en el mismísimo momento en que se daba cuenta de que el corazón escapaba a su control, retomaba la situación, cogía la jarra de cerveza, como sólo él sabía hacer, y con su amargor borraba toda absurda emoción y volvía a ser Pedro, el chico más duro de su panda.
Ocurrió una tarde al volver del trabajo, encendió la cadena de música, se descalzó, puso los pies encima de la mesa y cuando quiso darse cuenta se había quedado dormido, momento que aprovechó su “otro yo” para empezar a bailar y a cantar. Regó las flores de la jardinera, y entonces recordó los dulces ojos de Ana, y su maravillosa sonrisa, y la ternura de sus palabras, y comenzó a escribir poemas de amor. Un extraño rumor hizo que Pedro despertase y cuando este sorprendió a su “otro yo” recitando sus poesías, no pudo soportarlo ni por un segundo más, que pensarían de él sus amigos si le vieran así, y fue entonces cuando comenzó a gritarle y a insultarle:“Pero quien te has creído tú para dejarme en ridículo de esta manera, no soporto más tu cursilería, desaparece de mi vida. El “otro yo” se retiró sollozando a una esquina de la habitación y aquella tarde no se volvió a saber más de él.
A la mañana siguiente Pedro se levantó mucho más descansado, ni rastro de su “otro yo”, lo cual le tranquilizó bastante, pero al asomarse al espejo del baño descubrió, tras de sí, a su “otro yo” que se había suicidado. Al principio aquel suceso le desconcertó, pensó que iba a perder la calma y que el terror se apoderaría de él, pero no fue así, su cuerpo no tembló, su estomago no se encogió y sus ojos no lloraron. De pronto se dio cuenta, la ausencia de su “otro yo” hacia que pudiera controlar la situación a su antojo.
Entonces volvió aquella ensayada sonrisa a su boca y tras tres cortos días de luto, se decidió a bajar a la calle a buscar a sus colegas, ahora sí que sería el chico más duro de la panda. Se calzo sus botas, tomó la chupa al hombro, bajo las escaleras, dobló la esquina, y de forma temeraria cruzo la avenida en dirección al parque, y allí apoyado en la valla espero a que como todas las tardes pasaran sus colegas. Ellos comenzaron a bajar la cuesta en dirección a donde él se encontraba, y justo cuando llegaron a su lado y él esbozo su sonrisa, observó como nadie percibía su presencia. Intentó llamar su atención, pero nadie le escuchaba, entonces acertó a escuchar:
“Pobre Pedro y pensar que parecía tan fuerte y feliz”. Y a Ana decir: “Lo parecía ”.
Pedro notó como si un nudo le ahogase en la garganta, creyó que el suelo se tambalearía a sus pies y pensó en llorar. Pero ya no pudo, intento buscar dentro de sí la pena, el dolor, pero ya no estaban, porque todas sus emociones, todos sus sentimientos... su “Otro Yo”, se los había llevado.

Adaptación: Mª José

3 comentarios:

Mª José dijo...

Conste, me gustan las tortugas, me impresiona cuando corren todo lo que pueden a llegar al mar. Es verdad que me aburren cuando se esconden en el caparazón, hombre si es para tomar un respiro y luego echar andar me alegra más. Kisses

Anónimo dijo...

Qué triste que todos renunciemos a mostrarnos como somos.. Tan malo es?, me pregunto.. No lo creo.. También sería injusto culpar a la sociedad, a la familia, la educación.. Sin embargo, es tan cierto que nadie nos enseñó a abrir nuestro corazón, a dejarnos llevar por las emociones.. a mantener siempre la compostura.. Hoy tenemos que ser insensibles y permanecer impasibles ante el telediario que muestra cómo 65 personas se ahogaron en una patera.. Eso es lo que nos enseñan, a mirar con recelo al vagabundo que pide en la iglesia, al músico que ameniza las mañanas en el metro.. Como tú has dicho alguan vez.. esto es el mundo al revés.. Un besote, florecita!!

Mª José dijo...

Hola anónima Susanilla, el mundo al revés, un amigo mío dice no sé si el mundo está al revés o soy yo que estoy boca abajo. Creo que son formas de autodefensa equivocadas, igual tan sólo ese vagabundo en ese momento necesitaba charlar como cualquiera de nosotros. Igual habría que entender que un africano, tan unido a la tierra, que recorre tantísimos km, algo necesitará para dejar atrás todo ¿no?, algo debe estar funcionando muy mal en este mundo al revés para arriesgar la vida para tener un futuro. Como tu dices debemos dejarnos afectar, no para llorar tan sólo si no en la medida desde donde estamos solidarizarnos. No se nos pide nada, pero siempre hay algo por pequeño que sea que se puede hacer y no debería perderse por miedo a dejarse sentir. Lo bueno es que hay personas como tu, Susanilla, que eres como una puerta abierta para dejarse expresar con esa sonrisa siempre de bienvenida. Besitos flor!!