lunes, 23 de febrero de 2009

"Carnaval"

Y después de una semana llena de preparativos y a falta de horas de sueño, llego el viernes y con él, El Carnaval. Desde por la mañana todos disfrazados, profes y niños y en la tarde también se apuntaron los padres y madres, que tenían muchas ganas de fiesta. Tan de fiesta y tan colaboradores que una mami pasó todo el día en el cole, era parte del jurado, y ya en la excursión nos ayudó con una gran sensibilidad hacia los niños de infantil.Recibimos a las princesas, piratas, zorros, vacas, mariquitas, setas, vampiros, diablillos, brujas, Mickey, Peter pan, hippies... un sin fin de personajes de la tierra de la fantasía poblaron el colegio.
Después de celebrar unos bailes, vino el Cuentacuentos que realizamos entre Vero (la narradora), Belén (Don Carnal) y yo (Doña Cuaresma).
Decidimos contar el cuento del combate entre Don Carnal y Doña Cuaresma, del cual se pueden encontrar datos en el relato del Arcipreste de Hita en el Libro del Buen Amor (s. XIV) y en el cuadro de Pieter Brueghel "el Viejo" "Combate entre el Carnaval y la Cuaresma" (1559). Posteriormente nos desplazamos al polideportivo donde los alumnos de secundaria nos habían montado una pasarela, nada envidiable a la de Cibeles, por ella desfilaron todos nuestros personajes cada cual según su gracia y personalidad, digno de ver. No hace falta decir que los profes también acabamos desfilando no se sabe sin con gracia pero sí bastante fiesteros.
Luego vinieron los juegos y un respiro para comer aunque el comedor aquel día fue un tanto peculiar, quizá se transformase por un día en un enorme castillo que alberga gentes venidas todas las tierras lejanas y cercanas, así que podíamos tener comiendo a una seta de 2 añitos con un mosquetero de 4, o a una vaquita de 3 en frente de un torrero de 5. Pintoresco sin duda. Tras sentarnos media hora, por fin, vuelta al polideportivo a seguir con la fiesta el concurso de disfraces, la entrada de los papis, el entierro de la sardina con sus fuegos de colores.
Y así enlazamos con la chocolatada, karaoke improvisado de los papis y las risas hasta las tantas.
Un Carnaval la mar de animado coordinado por Belén, con una gran participación de todos y en el que me tuve que disfrazar dos veces una de hada, y otra de Doña Cuaresma.
Mª José
"Cuento de Don Carnal Y Doña Cuaresma"
Como todos sabéis, estamos en Carnaval, todo es fiesta y diversión pero… ¿por qué lo celebramos, alguien lo sabe? Os contaré una historia, escuchad:
Hace mucho, mucho tiempo, en un lejano pueblo gobernaba don Carnal, el rey del Carnaval. Todos los años, por estas fechas, aparecía disfrazado y permitía a todo el mundo divertirse de la manera que cada uno quisiese. Y todos, como si estuviesen embrujados, lo hacían. Unos pasaban días y noches bailando, otros aprovechaban para disfrazarse y cometer fechorías ocultos tras sus mascaras, algunos hacían batallas de naranjas, tomates y huevos, y había quienes comían y comían sin parar, también les daba por gastar bromas pesadas a los demás…Como veis, lo que iba a ser algo divertido, acabó convirtiéndose en algo desordenado y peligroso.
Todo este jaleo no gustaba nada a Doña Cuaresma, que era una vieja de siete piernas, poco comedora y nada amiga de tanta fiesta. Ella siempre lo advertía: “Esto no es bueno, se desperdicia mucha comida, las bromas son muy peligrosas, se cometen muchos robos… Hay que parar todo esto o va a ocurrir alguna desgracia”. Don Carnal no hacía caso alguno: “¡Bah!, eres una vieja sosa, aburrida y envidiosa. ¡Vete a tu casa a comer tu bacalao y deja nos divertirnos!”.
En vista de que Don Carnal no le hacía ni caso y temerosa de que algo grave ocurriese, Doña Cuaresma decidió luchar contra el reinado de Don Carnal a su manera. Mientras él trataba de llevarse a la gente de fiesta y les animaba a cometer maldades: robar chuches, correr por los pasillos, jugar al balón en las casas, pellizcar a los amigos, tirar papeles de todos los colores a la calle, hacer grandes banquetes y comilonas tirando a la basura lo que sobraba, cantar en la biblioteca…
Ella intentaba deshacer el embrujo, convencerles que aquello no era bueno, había que tranquilizarse. Muchos días estuvo Doña Cuaresma intentando que la gente lo entendiese, porque, atraídos por tanta diversión, se dejaban llevar por Don Carnal. Pero poco a poco, quizás cansados ya de tanta fiesta, los habitantes del pueblo se fueron poniendo del lado de Doña Cuaresma, hasta que no quedó nadie que siguiese a Don Carnal, que se encontró sólo y aburrido.

Cuando todos se dieron cuenta de los destrozos, la suciedad y los robos que se habían cometido, declararon a Don Carnal culpable de todo ello y le impusieron un castigo: sólo podría comer espinas de pescado y espinacas durante los cuarenta días que durase el reinado de Doña Cuaresma. Durante esos cuarenta días, como habían desperdiciado tanta comida, tendrían que comer sopas con aceite, agua y verduras y sólo los domingos podrían comer pescado, y es por ello que Y para poner fin al reinado de Don Carnal, celebraron el “Entierro de la sardina”, con la sardina enterraron las maldades cometidas y comenzaron una nueva vida en la que tendrían que recuperarse de tanta diversión inconsciente y arreglar los destrozos producidos, aprendiendo a convivir y divertirse en paz.
Cuento adaptado por Belén y Mª José

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